• En NEIKER investigamos las interacciones entre las raíces, las secreciones biológicas y los microorganismos de esta zona radicular para desarrollar soluciones que promuevan una agricultura más sostenible y resiliente.

 

El cambio climático ha intensificado la frecuencia y duración de las sequías, convirtiéndose en uno de los mayores desafíos para la agricultura. La escasez de agua afecta de manera directa la capacidad de las plantas para crecer y desarrollarse, comprometiendo tanto su productividad como la calidad de los cultivos. A esto se suma la dependencia de fertilizantes químicos para suplir la falta de nutrientes en el suelo, una práctica que no solo agrava el impacto ambiental, sino que también puede debilitar la resistencia de las plantas ante condiciones adversas. Frente a este escenario, es fundamental explorar estrategias naturales que optimicen el uso del agua y refuercen la resiliencia de los cultivos.

En este contexto, la rizosfera, la franja de suelo que rodea las raíces, desempeña un papel estratégico. Esta zona es un entorno dinámico donde las raíces interactúan constantemente con los microorganismos, liberando compuestos químicos que modifican las propiedades del suelo. Estas interacciones favorecen la absorción de nutrientes y mejoran la retención de agua en el terreno, permitiendo que los cultivos aprovechen mejor los recursos y aumenten su resistencia al estrés hídrico.

Los compuestos liberados por las raíces, conocidos como exudados radiculares, son un mecanismo destacado en este proceso, ya que pueden movilizar nutrientes, descomponer moléculas orgánicas complejas o atraer microorganismos beneficiosos que favorecen la estructura del suelo.

En situaciones de sequía, la composición de los exudados cambia, favoreciendo la retención de humedad y facilitando la absorción de agua por parte de las raíces. “Hemos observado que algunos exudados contienen surfactantes que facilitan la reentrada de agua en el suelo después de un estrés hídrico o escasez de agua”, explica Lionel Dupuy, investigador de Ikerbasque en NEIKER.

Sin embargo, la rizosfera no solo influye en la nutrición y la hidratación del suelo, sino que también potencia la resiliencia de los cultivos a través de la actividad microbiana. Bacterias fijadoras de nitrógeno, solubilizadoras de fosfato y descomponedoras de materia orgánica mejoran la fertilidad del suelo y refuerzan la capacidad de las plantas para afrontar el estrés hídrico.

Conscientes de la importancia de estos procesos, en NEIKER impulsamos diversas investigaciones centradas en la relación entre las raíces, el suelo y los microorganismos. “Nuestro objetivo es mejorar la absorción de nutrientes y aumentar la resistencia de los cultivos a condiciones adversas, como la sequía del suelo o el estrés nutricional para ofrecer soluciones que favorezcan una agricultura más sostenible”, asegura Lionel Dupuy.

En el marco del proyecto europeo Root2Res, estudiamos cómo la arquitectura de la raíz y la exudación de compuestos pueden reducir la pérdida de agua en el suelo. A través de la iniciativa nacional BIOFLOW, analizamos el papel de determinadas bacterias en la resistencia de los cultivos a la sequía. Además, en el proyecto europeo AdSoils, desarrollamos suelos artificiales que permiten observar de cerca las interacciones entre raíces y microorganismos, con el objetivo de mejorar la nutrición y la adaptación de los cultivos.

Los avances en el conocimiento de la rizosfera nos ayudan a sentar las bases para una agricultura más eficiente y resiliente, donde la biología del suelo se convierte en una aliada estratégica para afrontar los desafíos climáticos y garantizar la sostenibilidad de la producción agrícola.