La transferencia de conocimiento entre la investigación científica y el sector agroganadero es uno de los ejes estratégicos de NEIKER. Para reforzar esta conexión, desde el centro se ha lanzado el Plan BERRITZEN, una iniciativa estructurada en tres líneas de actuación que, como afirma la directora general Olatz Unamunzaga, implican directamente a agricultores, técnicos y personal investigador.

 

¿Qué es exactamente el Plan BERRITZEN y por qué motivo surge?

BERRITZEN es un plan de transferencia de conocimiento que nace en un momento clave para el sector agroganadero, que necesita reforzarse, ganar competitividad y ser valorado como corresponde. Desde NEIKER queremos dar un paso más en esa dirección: acercar la ciencia al campo de forma directa, útil y comprensible. Lo que buscamos es que todo el conocimiento que generamos llegue realmente a quien lo necesita y pueda aplicarse con sentido.

 

Esa idea de conectar ciencia y campo aparece como eje central del plan. ¿Qué significa para NEIKER esa conexión?

Lo que queremos es que la ciencia tenga un impacto real en el día a día del sector. Y para eso es fundamental cambiar el enfoque: no se trata solo de investigar para el sector, sino con el sector. Apostamos por una investigación participativa, aplicada y basada en la escucha activa de sus necesidades. Esa relación estrecha y continua es la que nos permite avanzar hacia un modelo más rentable, más resiliente y mejor preparado para afrontar los retos actuales.

 

Con ese enfoque colaborativo, BERRITZEN se articula en tres grandes líneas. ¿Cómo se estructura el plan y cómo se relacionan esos tres ejes?

Hemos diseñado el plan en torno a tres líneas que se complementan entre sí y cubren todas las fases de la transferencia: desde la identificación de necesidades hasta la puesta en práctica de soluciones validadas.

Por un lado, están los BERRITZEN Guneak, que son espacios de experimentación en condiciones reales. Funcionarán como fincas faro, donde se ensayarán prácticas agrícolas innovadoras como la agricultura regenerativa o la agrovoltaica. Los ensayos se diseñarán de forma consensuada con el sector y se organizarán jornadas abiertas para facilitar el acceso a los resultados.

Luego se encuentra BERRITZEN Praktikak, que se centra en trabajar directamente con el personal técnico que asesora al sector. En NEIKER hemos puesto en marcha una estructura similar a la del sistema sanitario: una figura de referencia, como un médico de cabecera, que detecta necesidades en los distintos subsectores y las canaliza hacia los especialistas adecuados dentro del centro. Esta estructura se refuerza con reuniones periódicas y foros como AKIS, que nos permiten responder de forma ágil y orientada a problemas concretos.

Y por último está BERRITZEN Ideiak, una convocatoria anual abierta al sector para que personal agricultor, técnico y agentes puedan proponernos temas que les gustaría que investigáramos o que ayudáramos a transferir. Las ideas seleccionadas pueden derivar en nuevos proyectos, iniciativas de transferencia o estancias de técnicos en el centro, que permiten un intercambio más directo y enriquecedor.

Para desarrollar el plan contamos con un presupuesto aproximado de 1,7 millones de euros, que se distribuye entre estas tres líneas según las actividades previstas en cada una.

 

Ya se han puesto en marcha varias parcelas experimentales dentro de BERRITZEN Gunea. ¿Qué aporta extender la experimentación a fincas agrícolas reales?

Las seis parcelas actuales están ubicadas en fincas de NEIKER y forman parte de ensayos de largo recorrido vinculados a BALTSAN, la red vasca de infraestructuras para la sostenibilidad agraria y la salud del suelo. Son ensayos científicos muy sólidos, pero en BERRITZEN Guneak queremos ir un paso más allá.

En concreto, la idea es complementar estos ensayos más complejos con prácticas sencillas, no necesariamente de largo plazo, que se puedan probar también en fincas reales de agricultores. Esto nos permite ver cómo se comportan ciertas técnicas en contextos concretos, con sus particularidades y limitaciones. Y, sobre todo, hace que el sector se sienta parte activa del proceso. En definitiva, trabajar en entornos reales facilita que los resultados sean más útiles, más adaptados al día a día y, por lo tanto, más transferibles.

 

Esa colaboración activa con el sector también es central en Praktikak. ¿Cómo se articula ese trabajo conjunto y cómo se sostiene en el tiempo?

En BERRITZEN Praktikak queremos dejar atrás el modelo tradicional, en el que la transferencia era algo que se hacía al final del proceso. Aquí hablamos de una lógica de trabajo compartida desde el inicio. Escuchar, construir hojas de ruta consensuadas y generar un marco de confianza en el que podamos trabajar de forma estable y cercana con agricultores, técnicos y personal investigador.

Por eso proponemos reuniones periódicas, estructuras de referencia y foros como AKIS, que nos permiten identificar los retos del sector con realismo y decidir de forma conjunta qué prácticas tiene sentido transferir. Esa figura inspirada en el “médico de cabecera” tiene un papel fundamental, ya que recoge necesidades del terreno y las canaliza internamente hacia el equipo adecuado de NEIKER. Este enfoque continuado nos permite ajustar bien las soluciones, asegurarnos de que son viables y que realmente responden a lo que el sector necesita.

 

Y esa implicación del sector culmina en BERRITZEN Ideiak. ¿Cómo funciona esta línea y qué ocurre con las ideas que se reciben?

BERRITZEN Ideiak es una convocatoria anual que abrimos al conjunto del sector agrario. Lo que buscamos es ofrecer un canal directo para que agricultores, técnicos y otros agentes puedan proponer temas que consideran prioritarios, tanto para investigar como para transferir.

Una vez recibidas las propuestas, desde el centro analizamos su viabilidad, el impacto potencial y su alineación con nuestras líneas estratégicas. A partir de ahí, algunas se convierten en proyectos, otras en actividades de transferencia, y otras pueden desarrollarse mediante estancias de técnicos asesores en nuestro centro. Es una forma de asegurar que el conocimiento responde a lo que el sector realmente demanda.