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Las semillas que cuentan una historia: el Banco de Germoplasma de NEIKER, custodio del patrimonio rural vasco
16 diciembre 2025
- El Banco de Germoplasma de NEIKER cuenta con un total de 865 variedades, de las colecciones de patata, maíz, judía, tomate, pimiento, guindilla, cereales y manzano.
Un archivo genético es vital frente al cambio y la homogeneización agraria. La diversidad genética en la agricultura es, sencillamente, el seguro de vida del futuro. Ante la amenaza del cambio climático, la aparición de nuevas plagas y la homogeneización de los cultivos a escala global hace que la capacidad de adaptación de nuestro sistema alimentario se vuelva crítica. Proteger la biodiversidad agrícola es fundamental para la soberanía alimentaria y la mejora de los cultivos futuros. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha advertido que la pérdida de la variabilidad genética —un proceso que ha visto desaparecer cerca del 75% de las variedades cultivadas en el último siglo— pone en riesgo la disponibilidad de alimentos frente a nuevas plagas y enfermedades.
En este contexto de fragilidad global, el Banco de Germoplasma de NEIKER se erige como una instalación fundamental. Más que un mero depósito de semillas es un centro activo de investigación y preservación, una «biblioteca de genes» que garantiza que el valioso patrimonio agrario de Euskadi y del Estado no se pierda. Su misión es doble: evitar un daño irreparable y proporcionar la materia prima genética necesaria para que los programas de mejora desarrollen los cultivos del mañana.
La memoria del campo: recolección y rescate
El trabajo que hoy realiza NEIKER hunde sus raíces en la historia rural del País Vasco. La preocupación por la conservación de los recursos genéticos comenzó a tomar fuerza en la década de 1980, coincidiendo con el declive de la agricultura tradicional. Muchas de las variedades custodiadas fueron recogidas originalmente por organismos oficiales que recorrieron las explotaciones «caserío a caserío», rescatando las semillas de los agricultores. Este origen le otorga al banco un valor histórico y cultural incalculable.
NEIKER (inicialmente con otras denominaciones) asumió la responsabilidad de recoger, catalogar caracterizar y conservar los cultivares antiguos, las variedades autóctonas y las especies silvestres de interés agrícola. La conservación se realiza de forma in situ (en la ubicación original, como caseríos o el entorno natural) y ex situ (en las instalaciones del Banco, como semilla, in vitro o plantas vivas). No basta con recolectar. Desde su creación formal en 1997, el equipo de NEIKER ha llevado a cabo una labor rigurosa de identificación, caracterización genética y eliminación de duplicidades, asegurando que cada entrada sea un recurso genético único y valioso. Estas colecciones no son solo un «museo», sino material vivo para la investigación y la mejora genética, por ejemplo, para encontrar caracteres relacionados con resistencia a enfermedades. Este esfuerzo permite poner el material a disposición de agricultores, investigadores y empresas que buscan tanto la resistencia genética como la recuperación de sabores auténticos para atender las nuevas demandas del consumidor.
Las tres vías de conservación
La conservación del germoplasma requiere protocolos especializados, ya que no todas las plantas pueden ser almacenadas de la misma manera. En NEIKER se emplean diversas técnicas de mantenimiento:
Búnker de semillas
Para cultivos como el maíz, la alubia o los cereales, la técnica estándar implica limpiar las semillas, secarlas hasta un contenido mínimo de humedad y guardarlas en contenedores herméticos a bajas temperaturas (la colección activa se mantiene a 4 ºC. En el caso de especies hortícolas como tomate, pimiento, acelga, lechuga, calabaza y puerro, las semillas se suelen conservar a 4 ºC o congelados a -20 ºC, tras realizar las tareas de limpieza y secado. De esta forma, su viabilidad se extiende durante décadas, y solo es necesario regenerarlas en campo periódicamente. La conservación fría de semillas es el método ex situ más utilizado.
El cultivo In Vitro: la excepción de la patata
La patata (Solanum tuberosum L.) representa un desafío particular, ya que su método de reproducción es mediante multiplicación vegetativa y su tubérculo se degenera rápidamente, no pudiéndose reproducir de manera viable por semilla. Por ello, NEIKER recurre al cultivo in vitro. Las plantas se mantienen como pequeños tejidos estériles en tubos de ensayo dentro del laboratorio, manteniéndolas mediante micropropagación
Este método, que requiere una multiplicación constante y rigurosa, garantiza la sanidad del material. Esta dedicación ha posicionado a NEIKER como el único Banco de Germoplasma de Patata con carácter de referencia a nivel estatal, y uno de los más diversificados bancos referentes en Europa
El museo vivo: conservación en campo
Ciertos frutales, como el manzano, no son aptos para las cámaras frigoríficas. En estos casos, las variedades se conservan a través de colecciones in situ, plantadas directamente en el campo. Este «museo vivo» permite observar sus características en un entorno natural y preservar la memoria genética del paisaje rural.
Redes y colaboración internacional
El Banco de Germoplasma de NEIKER no trabaja de forma aislada. Está integrado en redes de colaboración nacionales y europeas, lo que permite el intercambio de material genético y de información vital. A nivel nacional, NEIKER pertenece a la Red Española de Conservación y Utilización de Recursos Fitogenéticos (RED-GRAN), coordinada por el INIA-CSIC. En el ámbito europeo, también forma parte de The European Cooperative Programme for Plant Genetic Resources (ECPGR), un programa de colaboración entre países cuyo objetivo es garantizar la conservación a largo plazo y facilitar la mayor utilización de los recursos fitogenéticos en Europa. En cuanto a la máxima seguridad global, el envío de semillas al Banco Mundial de Svalbard es centralizado por el Centro Nacional de Recursos Fitogenéticos del INIA-CSIC, quien gestiona todas las colecciones de germoplasma a nivel estatal.
La riqueza única: colecciones con identidad propia
El verdadero valor del banco se mide por la singularidad de sus colecciones. NEIKER no solo acumula material, sino que alberga un conjunto excepcional de variedades con un alto valor genético y cultural, muchas de ellas cruciales para mantener la identidad de la gastronomía vasca y la resiliencia agrícola.
En el área de los tubérculos, el banco ostenta el liderazgo en patata a nivel nacional, siendo el centro de referencia estatal. Su colección abarca 308 variedades de patata y 78 entradas de especies silvestres relacionadas con el género Solanum, un tesoro genético crucial para la búsqueda de resistencia a nuevas enfermedades.
En cuanto a las hortícolas vascas, la labor es clave para salvaguardar la cocina local. Se conservan 154 variedades locales de maíz, así como 128 variedades de judía-grano, donde se incluyen los tipos más emblemáticos como la Pinta Alavesa, Gernikesa y Tolosana. De hecho, el banco ha sido fundamental para la implantación de estas variedades y programas de mejora asociados a los productos con el sello Eusko Label. La colección se completa con 90 variedades de tomate y 42 variedades de pimiento y guindilla, esenciales para la huerta vasca.
El ámbito de los cereales históricos también es fundamental. NEIKER custodia las únicas 9 variedades locales de avena originarias del País Vasco. A este legado se suman 14 variedades de cebada y 23 variedades de trigo locales, un patrimonio genético imprescindible para la soberanía alimentaria y la agricultura regional. Finalmente, en el ámbito de los frutales, la colección de manzano autóctono ha permitido la caracterización y reconocimiento oficial de 19 variedades locales, impulsando su uso en la producción local, especialmente en el sector sidrero.
Este tesoro custodiado en NEIKER no solo mira al pasado, sino que es la llave que abre el futuro de la alimentación, proveyendo a los mejoradores de las herramientas necesarias para afrontar un mundo agrícola en constante cambio.




