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Los viñedos antiguos, esenciales para el futuro del sector

21 julio 2025

 

  • En NEIKER impulsamos la recuperación y conservación de material vegetal procedente de terrenos vitivinícolas en desuso.
  • La colaboración con el sector viticultor resulta esencial como estrategia frente a los retos del calentamiento global en la producción de vino.

 

Entre los numerosos damnificados por el cambio climático y sus efectos, lluvias torrenciales o el aumento de las temperaturas, se encuentran los viñedos. El sector vitivinícola se enfrenta al reto de garantizar la sostenibilidad del cultivo y ha establecido como prioridad aumentar la diversidad genética disponible en las distintas regiones vitícolas.

Para conseguirlo, una fuente valiosa son los viñedos antiguos. En NEIKER en colaboración con las Diputaciones Forales de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa; y productores, trabajamos de manera activa en la recuperación y conservación de material vegetal.

Los viñedos antiguos albergan una gran diversidad de cepas y variedades tradicionales, muchas de ellas con características singulares que resultan esenciales para la adaptación al cambio climático. Algunas presentan una mayor resistencia a condiciones de sequía o ciclos de maduración más largos, favoreciendo la conservación de la acidez, el color del mosto y reduciendo la incidencia de enfermedades gracias a la sanidad de la uva.

Otras variedades aportan perfiles aromáticos, colores y aromas diferentes que enriquecen los vinos y pueden responder a nuevas demandas del mercado. Y muchas de ellas, a menudo olvidadas o no identificadas, tienen un potencial clave para el futuro del sector.

“La recuperación de estas variedades permite disponer de material con mejores respuestas a factores como la sequía o el aumento de temperaturas y, además, ayuda a preservar características que aportan calidad y singularidad a los vinos. Estas cualidades resultan esenciales a la hora de decidir el momento óptimo de vendimia y, por tanto, en la elaboración de vinos equilibrados”, afirma Ana Isabel Aizpurua, investigadora de NEIKER.

 

Colaboración con bodegas

El proceso comienza en los viñedos antiguos, donde las personas viticultoras seleccionan aquellas cepas que, por su comportamiento o características, consideran interesantes para conservar.

Una vez identificada la variedad de las cepas, realizamos un análisis sanitario con el objetivo de descartar ejemplares afectados por enfermedades y solo aquellas que presentan un buen estado fitosanitario pasan a la siguiente fase, en la que evaluamos aspectos como el crecimiento vegetativo, la producción o la calidad de la uva”, explica la investigadora.

Cuando los resultados son favorables, el material puede multiplicarse en el vivero o plantearse su conservación. En caso de que la bodega esté interesada, es posible replantarlo en nuevas parcelas. Para facilitar esta implantación, el centro proporciona asesoramiento técnico, ofrece recomendaciones para su correcta identificación y, siempre que sea posible, promueve la plantación en campo con el fin de poder evaluar sus cualidades y observar si las características detectadas en el viñedo original se mantienen en el nuevo emplazamiento.

Ejemplo de estos trabajos son las colaboraciones con las bodegas Tierra, Mitarte y Contino, con las que se ha trabajado intensamente en parcelas viejas con variedades como Graciano, Tempranillo, Garnacha, Mazuelo, Malvasía Riojana, Calagraño o Viura.

También, dentro de otras iniciativas, han participado otros productores de distintas zonas en tareas de sanidad e identificación de variedades raras o minoritarias, como las bodegas Maisulan, El Mozo Wines, Ostatu, Cándido Besa, Gil Berzal, Laukote, Artuke, Pavoni, Bello Berganzo, Bhilar/DSG Wines, Osabawines, Bikain, Sierra de Toloño, Itsasmendi y algunos viticultores particulares.

Fruto de estos trabajos de colaboración con los productores, se detectaron cepas de variedades como Cadrete, Morate, Garró, Moravia Agria, Santa Magdalena, Agostenga y Brustiano Faux, además de otras variedades más comunes, cultivadas a nivel regional y estatal.

Estos trabajos se realizaron dentro del proyecto VITISAD, financiado por el programa Interreg POCTEFA de la Unión Europea. Esta línea de trabajo se retomará durante las campañas 2025 y 2026 a través del proyecto VITISAD2, una segunda parte que continuará explorando material vegetal con potencial enológico y agronómico.

Para facilitar la participación, este 21 de julio, de 10:00 a 13:00, se ha celebrado una sesión informativa en el edificio de La Cuadrilla de Laguardia-Rioja Alavesa, donde se ha explicado el procedimiento y se ha entregado material para la señalización y recogida de muestras.

 

Al servicio del sector a través de BERRITZEN

Toda esta labor de investigación y transferencia se enmarca en el plan BERRITZEN que impulsamos desde NEIKER con el objetivo de acercar el conocimiento científico al sector agroganadero y forestal. Este programa se basa en la colaboración activa con el entorno productivo y cuenta con iniciativas como los BERRITZEN Guneak, espacios de experimentación en condiciones reales, y BERRITZEN Ideiak, que promueve la participación directa de agricultores y viticultores en la identificación de retos del sector.

La recuperación de material vegetal es un claro ejemplo de cómo la ciencia aplicada puede ofrecer soluciones concretas y sostenibles a quienes trabajan en el campo. Además, permite preservar un patrimonio genético que puede ser determinante no solo frente al cambio climático, sino también en la evolución del mercado y de las preferencias enológicas.

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